jueves, 28 de agosto de 2008

Domingo 24/8 La suma de todos los miedos...

Utilizando términos jurídicos, el resultado fue inapelable. Ni la Corte te lo revoca. 23-13 abajo fue el saldo del partido contra los chicos de Exactas. Qué se puede agregar? Veamos:
* Desde el arranque, el equipo de Exactas salió a buscar el partido, mientras la mayoría de nosotros estaba en casa viendo la ceremonia de cierre de los Juegos Olímpicos. Tal fue así la cosa que de movida el primer tiempo muerto lo pedimos al toque, con un 6-1 abajo.
* En lo que más fuerte nos hicimos durante el torneo fue en lo que más débiles nos mostramos: A la hora de defender, faltó la garra de otros partidos. Y a no confundir garra con violencia, el tema fue que no salimos nunca a tomar la marca, levantamos los brazos poco y nada y todas las que iban al arco eran gol. Mea culpa reload.
* A la hora de la definición también estuvimos fallando. Se nos corría el arco y nos poníamos como Homero Simpson en un encuentro cristiano. Faltó paciencia a la hora de crear la jugada y efectividad a la hora de terminarla.
* En comparación con los chicos de Exactas, tuvimos menos estado físico que el Roña Castro hoy. Faltó piernas para cortar pases y para volver luego de perder una bocha. Ni hablar, como en mi caso, para despegarlas del piso. El parate de invierno nos pasó factura mal.
* Los nervios. Nunca vi en un partido en los dos años y pico que vengo jugando que dos jugadores se quedaran protestando con el árbitro por un fallo mientras el partido seguía. Nos puteamos demasiado, lo que tampoco contribuyó a nada.
Saben qué fue lo que, a mi humilde entender, hizo que todo el partido se haya ido a la mierda? Nos olvidamos que el handball es un juego y que todos los domingos que pasaron eramos un grupo de gente que en la semana trabaja de otra cosa y que aprovecha el domingo para divertirse haciendo lo que más le gusta. Nos pusimos demasiado solemnes. Nos olvidamos de divertirnos adentro de la cancha. Cuando el rival nos superó, nos cegamos y en vez de tratar de encontrarle la vuelta, nos dábamos la cabeza cada vez más fuerte contra la pared. Entonces erramos goles, perdimos marcas, nos comimos goles, pegamos, nos calentamos entre nosotros, en fin, la suma de todos los miedos se hicieron presente en el campo de Derecho y dejamos una imagen lejana de lo que verdaderamente somos: Un equipo unido, imagen que quedó reflejada en ese cafecito al sol post partido que nos dejó tranquilos con nosotros mismos, porque sabemos que el espíritu del equipo sigue estando. Se tomó un domingo libre pero, como el handball siempre da revancha, ya se está deperezando...

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